El riesgo país siguió en caída: llegó a cerca de 900 puntos.
Publicado: 29 / 10 /2024En un alivio momentáneo para las preocupaciones financieras de la nación, el riesgo país argentino —el barómetro crítico que mide cuán costoso resulta para el país financiarse en los mercados internacionales— alcanzó un mínimo histórico en cinco años al ubicarse en los 914 puntos básicos. Según datos de JP Morgan, este valor fue registrado a las 18 horas del lunes, reflejando así una notable caída desde el umbral psicológico de los 1.000 puntos. Aunque estos números traen aliento, el camino a recorrer todavía se antoja empinado, ya que la cifra sigue siendo significativamente elevada como para pensar en una cómoda reinserción en los mercados de deuda con tasas sostenibles.
Los bonos del Tesoro de Estados Unidos, el corazón del sistema financiero global, presentaban el lunes una tasa de 4,258% anual a diez años, lo que implica que Argentina, con su actual riesgo país de 914 puntos (o un retorno del 9,14%), debería ofrecer un tentador retorno de más del 13% anual para seducir a los inversionistas internacionales.
Sin embargo, el dato más revelador es el pronunciado contraste con nuestros países vecinos. Brasil, por ejemplo, goza de un riesgo país de tan solo 198 puntos básicos, mientras que Chile y Uruguay están mucho más distantes de nuestra realidad con 116 y 90 puntos respectivamente. Brasil incluso ha logrado emitir bonos en moneda extranjera a una tasa de apenas 5,6% anual, un claro indicativo de la confianza que el mundo financiero deposita en su economía. Uruguay, por otro lado, no sólo ha lanzado deuda con vencimientos finales en 2060 sino que además lo ha hecho a tasas considerablemente menores, alrededor del 5,293%.
Para retornar al escenario de los mercados internacionales, las autoridades argentinas tienen la titánica tarea de reducir el riesgo país a menos de 500 puntos, permitiendo así la emisión de deuda en dólares a tasas menores del 10% anual, una meta alineada con la referencia que impone el bono del Tesoro norteamericano.
Hoy el Gobierno argentino necesita un riesgo país de menos de 500 puntos para emitir deuda en dólares con una tasa por debajo de 10% anual
El último intento de Argentina de aventurarse a los mercados internacionales sucedió en enero de 2018, cuando su riesgo país se situaba en 360 puntos y Luis Caputo fungía como ministro de Finanzas. En aquella ocasión, se emitieron USD 9.000 millones en bonos a distintas tasas y plazos, pero siempre dentro de rangos aceptables. Sin embargo, desde entonces, la historia ha cambiado drásticamente y el tránsito por la senda de la deuda se ha tornado mucho más pedregoso.
Hoy, bajo la tutela de Javier Milei, el gobierno se enfrenta al reto de sostener un superávit fiscal, un elemento crucial para la credibilidad fiscal del país y la sustentabilidad de su abultada deuda. Mientras las tasas de los bonos de Estados Unidos siguen su alza natural, la administración de Milei trabaja incansablemente en un acuerdo renovado con el FMI, hipotecando su acción política al performance financiero venidero.
La percepción del riesgo país, como expresó el estratega de GMA Capital, Nery Persichini, podría encontrar un umbral aceptable más abajo, quizás en los 700 puntos, pero para ello deberá demostrar capacidad en el delivery fiscal, ejecución de un sano programa monetario y una visible reducción de la inflación. La ardua carrera hacia una percepción de menor riesgo resulta vital en el intento por recortar sus costos financieros y no validar tasas excesivas en futuros esfuerzos de financiación.
La última colocación de bonos argentinos en Wall Street ocurrió en enero de 2018 con riesgo país en 360 puntos y también con Luis Caputo como ministro
En palabras del economista Amilcar Collante, del CeSur, en un horizonte de seis meses con ajustes favorables en las tasas de deuda global, el país debería aspirar a un riesgo país entre 500 y 600 puntos para siquiera considerar modestas incursiones en los mercados. Estamos ante un momento donde las provincias podrían tomar la delantera en la emisión externa, previendo así las fluctuaciones del entorno financiero global.
Por su parte, el analista financiero Christian Buteler proyecta que una emisión cercana al 7% anual sería hoy un espejismo y apuesta por un rango del 9% o 10% bajo un riesgo país más ajustado, un reto que dejaría la ventana abierta hacia mediados de 2025. Hasta tanto, iniciativas como el REPO o apoyo de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID proporcionan un respiro necesario.
Finalmente, mientras se pavimenta el camino hacia una estabilidad sostenida, Salvador Di Stefano alerta sobre la existencia de posibles cisnes negros, anomalías que podrían desestabilizar los avances logrados. En particular, la incertidumbre electoral en Estados Unidos se presenta también como un eje de volatilidad que podría, paradójicamente, abrir oportunidades atractivas de compra en los mercados.